El descubrimiento del blanco en la construcción de portadas y en el diseño de productos digitales

Paulina Meyer
7 min readAug 22, 2021

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Primera portada del New York Times en 1851 (izq) y primera portada con fotografía a color en 1997 (der)

El uso del blanco o también conocido como espacio negativo en el arte, corresponde al espacio que se encuentra entre elementos gráficos, y que sostiene y soporta a los recursos esenciales de un diseño, fotografía u obra. De una forma coloquial se suele nombrar al espacio negativo como fondo, pero veremos que es mucho más que eso y que el blanco es protagonista esencial en la construcción y comprensión de cualquier lienzo o portada.

En este artículo me referiré al espacio en blanco y su historia en el diseño, ya sea del ámbito editorial, gráfico o en interfaces digitales, y cómo evolucionó su uso para reforzar el mensaje que se entrega hasta hoy en la diversidad de pantallas que existen actualmente.

El blanco en las primeras ediciones impresas de diarios en el Siglo XIX

Primera portada del New York Times en 1851

Si hacemos un poco de historia en la evolución del diseño editorial, y principalmente en el despliegue de los tabloides y diarios de circulación masiva, destacamos al “New York Times”, que en su origen se llamaba “New York Daily Times” y que publicó su primera edición en 1851.

Al revisar esta primera portada, podemos notar que su construcción se basa en el uso de 6 columnas, y que las 4 centrales limitan el espacio para presentar el logo del diario. No existen subtítulos ni descansos amplios entre párrafos o temáticas, y en un primer escaneo de la información no es posible identificar las principales categorías que abordan en dicha edición. La sensación de enfrentarse a una página así es abrumadora.

A nivel latinoamericano, en Chile, el Mercurio de Valparaíso comenzó su publicación en 1827 y es el periódico de circulación más antiguo a nivel nacional. No podemos señalar que es un diario desde sus orígenes, puesto que en sus inicios solo se entregaba los días miércoles y sábado. Esto a causa de que no se contaba con un equipo dedicado de corresponsales, redactores y tipógrafos. Además, el tiraje (nº de publicaciones impresas para la venta) era bajo debido a la escasez de papel y tinta. Solo a partir de 1829 cambiaría el formato a una entrega diaria.

Primera edición del Mercurio de Valparaíso de 1827. El periódico de circulación más antiguo de Chile.​

Esta presentación visual de los diarios en el S. XIX, era similar a cómo se consumían los libros en esa época, con información condensada y muy poco trabajo y dedicación en los blancos. Se añadía a eso las limitantes de la imprenta, los pliegos y tamaños de las páginas, la poca variedad tipográfica y la presión por alcanzar un tiraje diario. Todas estas variables permitían acceder a este resultado. A nivel gráfico se considera una obra de arte porque marca los inicios del diseño gráfico como elemento de consumo masivo.

Cuestionamientos a la construcción gráfica de una página

Stéphane Mallarmé (1842–1898) fue un poeta francés que cuestionó y desafió la clásica presentación de los poemas y sus formatos en párrafos separados. No solo porque veía a la página en blanco como un escenario, sino que construía su poema y definía jerarquías, momentos y pausas a partir del uso de diversas tipografías, sin uso de puntuación y consolidando el blanco de la página como un protagonista más de la composición total.

Presentación gráfica del poema “Un coup de dés” de Mallarmé

En su poema “Un coup de dés” de 1897 se puede apreciar cómo atravesó los límites de la presentación de textos y cómo esto produjo un cuestionamiento sobre el uso de la página completa. Traspasando su conocido rol de sostenedor de los textos y palabras, a la de una protagonista en la construcción y orden de lectura. En el prefacio de este poema, Mallarmé escribió lo siguiente:

Los «blancos», en efecto, cobran importancia […]. El papel interviene cada vez que una imagen, de por sí, cesa o se retira aceptando la sucesión de las demás.

Otro poeta que experimentó con la hoja en blanco para construir sus poemas fue el chileno Vicente Huidobro (1893–1948). En sus poemas, se podía apreciar una palabra escrita en dos páginas, un uso irracional de los signos de puntuación o también caligramas, que corresponden a poemas visuales, en donde las palabras construyen una imagen relacionada al texto.

Caligrama de Vicente Huidobro. Fuente: Lifeder

Esta exploración del verso se puede comparar con una partitura de música. La página construye los intervalos, pausas y silencios con el uso del blanco y juego tipográfico.

Poema “Los Molinos” de Vicente Huidobro

Este cuestionamiento de la hoja en blanco a ser más que un simple contenedor, facilitó desde ahí en adelante una observación constante hacia el espacio negativo, las tipografías y formas, para sentar las bases del diseño gráfico y editorial. Estas exploraciones del espacio en blanco, que surgieron desde la necesidad de presentar poemas y relatos, se trasladó a todos los lugares en donde se debía entregar un mensaje, abarcando el diseño editorial, branding, arte, fotografía y posteriormente al diseño de productos digitales e interfaces.

Evolución del diseño editorial

Este cuestionamiento en la forma de presentar los versos, también se replicó en las revistas y diseño editorial. Si bien luego se incorporaron fotografías, impresión a color, tintas especiales, trazos a mano, variedad de tipografías y papeles, se permitió una de-construcción de la página lo que derivó en una exploración visual sin precedentes. La imagen de la portada se diseña con el fondo, y éste es protagonista de la composición final.

Esto se puede apreciar en el ejemplo de la portada de “The New York Times Magazine”, en donde el fondo construye la profundidad a la que se enfrenta el auto, y el título del artículo se posiciona sobre este, justo en la mitad vertical del lienzo que se alinea a la patente del auto. Eso no es azar, es una decisión de composición y edición.

Construcción del espacio en blanco

Si bien, los inicios del cuestionamiento y exploración del espacio en blanco comenzaron en la página impresa, ahora esa misma concepción del lienzo como escenario y espacio para construir un relato visual, se trasladó hacia las pantallas.

El desafío es grande, ya que hoy existe una variedad inmensa de resoluciones de pantalla, desde los smart Watch, pasando por los celulares, pantallas de autos, tablets, pantallas en aviones, cajeros automáticos, notebooks entre otros. Esta saturación de dispositivos, hace aún más relevante la exploración de los espacios de la pantalla para la entrega de información, considerando la totalidad del espacio como un actor más en el diseño de interfaces.

El espacio en blanco en interfaces

Hoy el espacio en blanco en pantallas puede verse alterado por el uso del scroll, en donde el lienzo se extiende en altura y se va digiriendo de a poco con límites según la resolución de cada pantalla.

Esto en vez de percibirse como una limitante puede ser una gran oportunidad para que esa navegación y desvelar lo siguiente, sea una construcción con intención. Un ejemplo de buen uso del blanco en una interfaz, es Basecamp, que en su página de inicio, se aprecian detalles escritos a mano con líneas dibujadas que utilizan todo el espacio en su ancho. Existe una distribución de los elementos que crea un balance que facilita la lectura y el acto de escanear.

Footer de la página de inicio de Basecamp

No puedo dejar de destacar a otro sitio que ha alcanzado un trabajo gráfico de excelente calidad, al intervenir el fondo para hacerlo participe del relato. El sitio orientado a promover la meditación Headspace es un caso hermoso de diseño, movimiento y composición. A medida que se avanza con el scroll o con los dedos y se va revelando cada uno de los contenidos, las ilustraciones se posicionan a ancho completo, con animaciones suaves y alegres.

No solo en su sitio web tienen una experiencia de navegación que invita a la exploración, también es consistente con la aplicación móvil, manteniendo un relato visual coherente en los diversos canales.

Fondo del sitio web Headspace con transiciones en movimiento

Debemos pensar cada lienzo o pantalla en blanco, como una portada y no solo como la continuidad de un flujo de navegación. Tenemos que construirla y definir una estructura para que los elementos sean digeridos y escaneados con un propósito.

Ese lienzo en blanco, presentado en pixeles es un espacio para crear y la navegación hacia abajo con scroll o con gestos puede ser un complemento a cómo se consume la información. No tenemos que limitar nuestros diseños a las 12, 8 o 4 columnas, ya que el fondo puede ser participe en la construcción de esa pantalla, y el blanco alcanzar un rol clave en el diseño de interfaz.

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Paulina Meyer

Diseñadora gráfica PUCV, Magíster en Diseño Avanzado PUC, UX Certificate NYU, Senior UX Designer. Profesora agregada PUCV. Visual Design Lead LATAM Airlines